miércoles, 9 de enero de 2019

Chapter 24: Silly moments/ Capítulo 24: Tonterías

Cuando Pablo entró en mi vida todo se llenó de tonterías. De silly moments. De tú no entiendes esto y yo no entiendo aquello.

Podíamos pasear. Podíamos tomar el sol. Podíamos oler, calmados, el jazmín que empezaba a florecer en nuestra terraza.

Pero preferíamos "disfrutar" de nuestras tonterías.

Podíamos mirarnos y tocarnos la piel. Y disfrutar del sexo por sexo o del sexo con amor. O de, simplemente, el placer de tener una piel que tocar que no fuese la nuestra.

Podíamos mantener una animada conversación, o no.

Pero nada era suficiente para aguantar el tedio de la vida.

Parecíamos mirarnos y cansarnos. Inmediatamente.

Entonces recordé. Yo no quería escribir esta historia.



Chapter 22: the praise/ Capítulo 22: la lloança

Hay pocas cosas con tanta fuerza como cuando ves una imagen. Cambiar de lugar y ver diferente es como cambiarse de ojos por la mañana y ser distinto. Y descubres cosas. No solo sobre ti, sino también sobre los otros y sobre las acciones y sobre las decisiones que debes o no tomar.

No es una pequeña cosa mirar alrededor.

Para mirar alrededor hace falta valentía y paciencia. Y determinación. Y tener las piernas poco entumecidas y el cerebro poco cansado.

- Cada vez que le veo la mirada triste me dan ganas de correr muy lejos. Muy lejos. De largarme a otro lugar. A uno donde haya remedios para las miradas tristes de los seres queridos. - se lo cuenta a su amiga. Su amiga la mira con ojos abiertos y perdidos entre la gente que pasa incensante dispuesta a hacer colas quilométricas para visitar el Templo de la Sagrada Familia.
- No le digas nada. Sé cariñosa con él pero no le digas nada. Así no le ayudarás. . Mastica un pequeño croissant integral con chocolate negro en las puntas. Unas migas quedan estacionadas en la comisura de sus labios. Y allí se quedan hasta que decide volver a abrir la boca. Entonces caen al suelo, ligeras y delicadas.
- Sé que es la mejor opción. Pero me cuesta. El silencio me cuesta. No hablar de lo que cada uno siente. ¿Cómo puede ser tan complicado hablar de uno mismo? ¿Cómo puede ser tan complicado hablar con la persona con la que has elegido vivir y a la que has elegido amar?
- Lo estás haciendo muy complicado. Él no quiere hablar. Él tiene su tiempo.
- ¿Y si su tiempo resulta ser infinito? ¿Y si no se le pasa nunca?
- Lo estás haciendo todo demasiado catastrofista. Así no arreglas nada. Solo te preocupas tú. Y, de paso, si empiezas a hablarle, le preocupas más también a él.
- Sí, tienes razón.

Sí. Le da la razón. Pero en sus ojos se dibuja la tristeza. Hay un juicio grande a sí misma. Se siente culpable. ¿Acaso es mala? ¿Aspira a demasiado? A poder ayudarle. Solo eso.

Chapter 24: ARTIFICIO: recuperar el pasado y volverlo presente porque el tiempo no existe

ARTIFICIERAS...: instrucciones
Aquí todo empezará por el final. Justo en la Z. la letra última, que puede ser la primera en cuanto gires la cabeza a un lado y tu compañero de mesa en la universidad o en la oficina se llame Zacarías o Záfrasa. Entonces, y solo entonces, sabrás con certeza que todo ha acabado. y te resignarás a caminar para saber el comienzo, como comenzó lo que acaba. Una no quiere leer desde el no principio. Pero, a veces, no hay alternativa. Por ejemplo, hoy, ya, no hay alternativa. Esto no es el principio, es el revés de esa palabra. ¿Sabrás? ¿Sí? ¿Sabrás?


Esto lo escribí hace mucho años, en 2007 y, sin embargo, es tan cercano a mí como mi último aliento, que ni siquiera he pensado. 

Es mi forma de escribir, que es un aliento, que es un parpadeo. Es instinto e inercia. No puedo pensar mientras escribo y siempre que he querido hacer eso la he cagado. De una forma ridícula y sublime. Queriendo no ser Yo. 

Podía haberme casado con un enano. 

Eso hubiese sido perfecto. Porque no estoy hecha para la perfección sino para mirar sin mirar. Para ver con el alma. Me tapo los ojos, respiro, sigo las marcas olfativas. Encuentro lo que encuentro. No me puedo quejar porque no lo elijo yo, sino la naturaleza, el destino. Y me intentan convencer de que controlo y no es cierto. Yo no controlo nada y por eso quiero explosionar y destruir lo que la naturaleza me manda. 

¿Por qué no me mandan algo afín a mí? ¿Por qué tus pistas son tan engañosas? La vida no me deja señales claras que seguir y unos y otros me aconsejan cosas muy distintas. ¿De quién debo fiarme?

Del soñador o del realista. Acaso solo me quede realismo para dar con la respuesta que busco y luego todo termine. Como cuando le encontré. Que fui construyendo la historia de cómo había llegado hasta él. Que pregunté a la luna una noche, y le pedí por favor muchas cosas como si tuviese en sus manos todas las respuestas a todo lo que me rondaba la mente. Lo pedí educadamente y con respeto y sucedió. 
Vamos a hacer una cosa, un trato. 
Voy a mantenerte aquí contándote una historia. Te voy a contar un cuento para que no te vayas, como llevas haciendo todos estos meses. Ese será el capítulo 25.