Sigues caminando, como si la historia estuviese aún en el nudo. Para los que no lo sepáis, las historias siempre suelen estar formadas de tres partes, y las tres son fundamentales:
1. INTRODUCCIÓN
2. NUDO
3. DESENLACE
Cualquier cambio o desorden en los componentes de una historia altera el producto final. Aunque no nos demos cuenta, no nos queramos dar cuenta o no lo parezca en un principio.
Tengo que hacer otra importante anotación sobre las historias antes de seguir hablando con Mía, el personaje femenino principal de esta historia.
Esa importante anotación es que las historias tienden a querer desordenarse, porque son como niños. No entienden porque una parte va detrás de otra parte y cada vez que intentas ordenarlas les da la risa y se rebelan. Te engañan, solo para estar desordenadas y que ningún lector llegue nunca a entenderlas. Si les preguntas, te dirán que es porque quieren que el lector se esfuerce, se haga preguntas y lea atentamente. A veces, las historias son muy egocéntricas y quieren que las leas varias veces, por lo que odian que las entiendas a la primera.
Esta historia engaña de continuo.
No quiere que sepas a dónde se dirige.
Pone trampitas.
Nosotros (los que escribimos) creemos en las historias. Es lo que tenemos todo el día en la mente y parece que es lo que nos da de comer. Imaginamos escenas y le cogimos cariño a personajes que deambulan por nuestra mente. Nos enamoramos de ellos. Los odiamos. A veces esos personajes se parecen tanto a nosotros que no los soportamos y dejamos las historias a medias solo porque nos asquea no saber hacer algo mejor que crear algo similar a nosotros.
Eso es lo que me ha pasado con Mía. Que le tengo cariño, pero es estúpida y siempre se equivoca en las mismas cosas.
Y así es como paso de acompañar los relatos de ilustraciones de Conrad Roset a algo más naïf, más ñoño, más romántico... ilustraciones del surcoreano Hyocheon Jeong.
Entonces, solo con el acompañamiento de esta imagen, la historia se reconvierte.
Ayer, al inicio de la escritura, era una historia desordenada. Y ahora es como un perrito que mueve la cola porque ha querido creer en un final feliz.
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